Días...

 Días en que los días son solo eso, días, días de colores difusos e indefinidos, días que pasan como en una serie o en una película. Mundo no me malinterpretes, son días que pasan y que también pesan,  que también cuentan, es sólo que después de tener días de colores psicodélicos, definidos, días infinitos, días de dos soles, días de claridad, pues es inevitable la comparación.  Decir este presente es absurdo es igual que decir que he perdido el camino y lo único cierto ahora es que me mantengo avanzando sin tregua, andando porque elegí vivir.


Arden las llamas de la pupilas, como mil soles, llega la noche como constantemente y aúllan los perros, ni silencio, ni ruidos, sólo fantasmas tornasoles en forma de miles de recuerdos, fragmentos de vida,  instantes que se han quedado grabados en mis sentidos cual tatuajes etéreos. Cambios drásticos, que no vi venir ó quizá aceptar; me sostengo de pie como se sostiene una nota musical en el aire mientras vuelan los dedos sobre un piano… imposible.

Mis pies avanzan como besando la tierra, como acariciando la bendita agua, el sagrado viento, y en el fuego mis alas se sostienen como ingrávidas, como en cámara lenta, aunque todo se mueve igual que siempre, incluyéndome.

Me entretengo construyendo ¿qué más puedo hacer?,  lo contrario sería atentar contra mi naturaleza, soy luz, aun rodeada de absoluta oscuridad, como un diminuto brillo sumido en petróleo espeso. El Dragón negro asecha con su desesperación que incinera al alma,  a diario yo le digo ¡hoy no! le doy la espalda y me monto en mi Dragón Blanco, me traslado hasta llegar al jardín secreto que creé tiempo atrás donde habita mi más grande tesoro, ahí me anido, me refugio, para lejos de evadirme, volverme a encontrar, para recordarme de lo que soy capaz, para recuperar fuerzas así seguiré consciente, el único lugar al que puedo ir para mantener la fe, un fe ciega en mi, una voluntad inquebrantable en nosotros, aunque esa palabra parezca un sin sentido.

Y recuerdo líneas de Benedetti “No te quedes inmóvil al borde del camino, no congeles”, “No te rindas, por favor no cedas…”, “…aunque no siempre he entendido mis culpas y fracasos…” y “no tengo ganas de escribir pero la lluvia llueve sola”, me abruma el ansia, le saco la vuelta, repito en un grito interno estremeciendo todo mi interno ¡HOY NO! . Abrazo el presente, continuar sin saber muy bien hacia donde, sabiendo con certeza que impulsa el amor propio. Hoy daría todo lo tengo por regresar en el tiempo para tener todo lo que tengo y más, que importa si hay ambición en mí por querer salvarme del abismo de la indiferencia, negarlo sería negar la magnífica Luna, volteo, veo al Gato de la letras en el espejo, advirtiéndome que estoy como un equilibrista de circo en la delgada línea de mi cordura a punto de caer.

Inspiración inoportuna, acaso no vez que eres más útil cuando gobierna el amor y el imperio de las luces se agota en la cotidianidad de una felicidad auténtica, aún así llegas presurosa, me dejas sin aliento, con descaro me arrebatas más de una lágrima por si acaso tenía dudas del desamparo ficticio, y es que “todo es una ilusión”, quiero creer que la separación es sólo una perspectiva limitada del la existencia.

Si estás leyendo y piensas que esto es críptico y/ó absurdo puede que seas demasiado joven, sino puede que tu vida sea color de rosa, ó acaso desconozcas lo que se siente amar incondicionalmente sin ser correspondido; como sea gracias por ser espectador de este profundo momento.


Psydragon 

(2017)

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